agosto 3

La RAE: Haciendo de la Cultura muestra del honor patrio

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Porque en esencia, y una vez más, de eso se trata. De afianzar la Historia, poniéndola al servicio del Hombre. He ahí el único sentido que, en definitiva, se le puede conferir a atributos como el de patrio.

De ahí que cuando un tres de agosto de 1713, Juan Manuel FERNÁNDEZ PACHECO, a la sazón VII Marqués de Villena, se reúne junto a otros siete de esos que se llaman Ilustradosy plasma en documento lo que pasará a ser Acta Fundacional de la RAE

Lo cierto es que, visto no ya solo con la perspectiva que proporciona el Tiempo, sino sobre todo desde la propia perspectiva, podemos decir sin que el temor albergue la menor posibilidad de triunfar en forma de comisión errónea que, efectivamente, estaban haciendo Patria.

Ateniéndonos, y hemos de hacerlo al menos por respeto coherente; a la definición etimológica de conceptos, real viene a ser algo grande, enorme… majestuoso, en una palabra. Es, en parecido ardid, academia algo así como reunión de eruditos destinada a la consagración de algún logro o acción asumible por la Historia.

Tenemos pues, de la unión de ambos factores, la confabulación indescifrable, y por ello tal vez indestructible, de factores cuyo rigor, por sí mismos ya impresionantes, adquiere en conjunto dotes de verdadero prodigio.

Tenemos pues, y contadas serán las ocasiones en las que podamos afirmar que mejor dicho, reunidos en unas pocas palabras toda una serie de conceptos cuya grandiosidad, que no grandilocuencia, solo puede ser comprendida dentro del contexto de esa ingente constatación que es la del movimiento que conoceremos como Ilustración, el cual, inexorablemente estará ligado a las grandes acciones, así como a los grandes logros con base en principios culturales.

Será pues, el tres de agosto de 1713, el día en el que quedará perfectamente conferido un acontecimiento que en realidad había comenzado a fraguarse unos meses antes, concretamente a mediados de febrero de ése mismo año.

Vino así a ser que un 13 de febrero de tal año, un grupo de Grandes de España, e número de siete para más seña, decidieron consignarse como tales, confabulándose en pos del logro de llevar a cabo cuantas acciones sea de correcto y buen proceder hasta lograr un cúmulo de palabras el cual pueda, sin ánimo ni detrimento de propios o ajenos, constituirse en el verdadero Diccionario de la Lengua de el Reino de España.

Consolidados, o tal vez a partir de los favores que el hecho de haber sido nombrado en aquél mismo 1713 Mayordomo Real  y siendo en verdad ya Jefe de la Casa del Rey, Felipe V, lo cierto es que redundan en torno a la figura de el de Villena ciertos aspectos que bien pueden justificar y por ende reforzar, el justo carácter de ser nombrado el primero de los directores que el proyecto aquí hincado, y por todos conocidos, habrá de ser llevado a buen puerto.

Es además, el proyecto, uno de los más contextualizados tal vez por necesario, de la Historia de España.

Para comprender en todo su valor semejante afirmación habremos de acudir, una vez más, al valor que el contexto suele aportar.

Es Felipe V Rey de España desde noviembre de 1700, tras la muerte sin hijos de Carlos II. Tal hecho, unido sin duda al proceso de discusión que fue a efectos regentado y promovido desde Francia e Inglaterra, y que tendrá como uno de los resultados más importantes la Guerra de Sucesión, lleva a Felipe V a considerar, aunque de forma obvia solo lo haga en privado, que el hecho de ser sucesor de alguien que ha visto consigo la muerte de su Casa a efectos de transición y régimen (Carlos II será a la sazón el último Austria), le supondrá inexorablemente la necesaria aportación de un plus que justifique cuando no las bondades de sus actos, sí al menos su capacidad para tales.

La existencia de tales pensamientos, unidos al para nada opinable origen francés del monarca, que ha nacido, y se ha criado en Versalles recibiendo una educación exclusiva, si bien para nada en principio destinada a formar a un futuro Rey; se confabulan en una serie de circunstancias entre las que destacan sin duda el acceso y con justo del mismo a procesos netamente cultos, como pueden ser el Teatro, la Literatura en general y, por supuesto, la Música.

Tenemos así pues, un caldo de cultivo inexorable destinado, cuando no a promover sí al menos a no entorpecer, el desarrollo de de la nueva forma de desentrañar el mundo que posteriormente reconoceremos bajo el título genérico de Ilustración.

Será así Felipe V el primer monarca español que empieza a sentir en su derredor el aliento de una nueva forma de hacer las cosas, fruto de una nueva y distinta forma de comprender el Mundo.

Porque de eso, de nada más que de eso, se trata, de comprender el mundo. Comprenderlo, asirlo, aprehenderlo. Concebir tanto una nueva realidad, tanto como una nueva realidad en sí misma, competente para proyectar al Hombre hacia la que sin duda ha de ser su nueva posición. Una posición definitivamente alejada de mitos, de creencias y, por supuesto, alejada de las fuentes de las mismas.

Es así que se inaugura una nueva posición para el Hombre. La que le exige actuar como tal, alejado de los vicios que, a la creencia le son propios, obligado por ende a sustituir tales vicios por la inestimable responsabilidad.

Se inaugura pues, el Humanismo, y lo hace con la fuerza que atesoran los movimientos que esencialmente son necesarios.

Se forja así, además, uno de los acuerdos más positivos que la Historia recordará, el que se da entre la Monarquía que necesita, ahora tal vez más que nunca, un refuerzo, cuando no una justificación; y la Cultura, quien a través de sus procedimientos atesora entre otros, la nueva forma de la Tradición, consolidando con ello lo que bien podremos considerar como surgimiento del Despotismo Ilustrado, forma evidente y respuesta locuaz del Poder, a las nuevas tendencias que la Realidad impone a los gobiernos, así como, por supuesto, a los gobernantes.

Será éste, indefectiblemente el contexto en el que habrá de ser entendido el nacimiento, un 3 de agosto de 1713, de la Real Academia Española de la Lengua.

Un acto brillante, sugerente, probablemente sin parangón, destinado a unir, seguramente más que ninguna otra cosa, a los más de 500 millones de personas que, hoy por hoy, hacemos uso común de algo tan grande como es La Lengua Castellana.


Nicolas EYMERICH (Inquisidor Mayor de Aragón)

Cronista del Futuro, pues soy de los que sortea obstáculos convencido de llegados al actual momento de la partida, ya todas las cartas descansan sobre el tapete. Es así que el buen jugador será el competente para formular las preguntas adecuadas, pues todas las respuestas han sido ya dadas.

Jasón depositó la felicidad en una meta con forma de oro. Yo creo que la felicidad se encuentra en el camino, correspondiendo a cada uno el deber de encontrarla

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Escríbeme a nido@elnidocaotico.com. Pon en el asunto: para El Inquisidor

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