diciembre 21

Diario creativo

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En verano del 2006 estando en una playa gallega me fijé en una gran roca pegada al agua en la que se dibujaba una figura de cabeza de lobo con grandes mandíbulas. Lo que me cautivó fue la mandíbula dentada y esa imagen surgió y sigue surgiendo en muchos de mis dibujos. Se convierte aquí en el foco central desfigurandose en ocasiones de su aspecto animal original hacia formas mas vegetales menos rotundas sugiriendo vainas de semillas en las que se forman núcleos de rocas. Esta imagen de piezas redondeadas contenidas en un contorno ya las use hace años en la forma de la columna que rodea vértebras.

Kafka dio orden de destruir sus escritos a su muerte. Alguien, dicen que un amigo no le hizo ni puñetero caso. Más de un pintor famoso (ahorremos nombres) no vendió un cuadro en su vida. Y sin embargo eran animales de creación.

Me pregunto: ¿Y tú qué esperas?: ¿crees que el destino de los hallados te aguarda tras la esquina? ¿Husmeando ya tu aliento? ¿Por qué creas?

Creo, porque espontáneamente aparece. No es un acto del todo voluntario y previene el  ahogarme en mi propio vómito existencial que no consigo definir. Lo percibo y voy arrojando un torrente esperando quedarme tan vacío como un cadáver sin órganos, disecado y tenue.

Para saciar mi apetito de coleccionista. Cada poema, cada cuadro, cada dibujo, cada idea son sólo objetos. Al final son sólo objetos que decoran las entrañas de un cuaderno, los fondos de una ducha seca, los abstractos entresijos de una máquina, la fachada de algún blog.

Porque soy un viajero perezoso con excusas y que así encuentra sus islas de maravillas y de seres exóticos, la  doble vida nunca vivida, los escondites de la imaginación de un curioso. Adormideras a falta de la experiencia de los que se mueven, de los errantes, de los nómadas.

Porque hallo un algo externo a mí mismo. Me veo arrastrado desde un interior desconocido frente al espejo, ajeno a todos los que me conocen. Me eleva, me evade  me transforma y también arrastra una rabia que tiene un objeto al que golpear sin miedo a herir.

Para dejar algo que me permanezca pese a saber que solo serán cenizas. Me alberga la esperanza de sobrevivirme  helado por un ego que no consigo quemar. La esperanza de la permanencia, aunque sea familiar es una gran losa.

El Hombre Pájaro


Curioso insatisfecho. Puedes encontrarme en la rama de algún árbol de los que habito. Para encontrar esos árboles tienes que buscar desechos en la base como hojas arrancadas de libros, poemas quemados, pinceles desgastados y manchas de tinta. Escríbeme a nido@elnidocaotico.com


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