febrero 19

El Pensamiento Crítico Revolucionario (III). La Escuela de Frankfurt

Introducción, momentos y preocupaciones

El pensamiento crítico así expresado encuentra en la Teoría Crítica la forma de hacerse “escuela” de pensamiento (atender a las comillas) inaugurada a partir de los años 20 en Alemania dentro del Instituto para la Investigación Social por parte de la comúnmente conocida Escuela de Frankfurt

Antecedentes y contexto histórico

No podemos hablar de esta escuela y de sus principales pensadores sin antes detenernos a hacer un repaso de la situación de Alemania en los años en los que se fraguó y desarrolla el pensamiento de la Escuela de Frankfurt.

Arrancamos en el siglo XIX con la figura de Bismarck que gobernó durante casi treinta años, primero, como ministro del rey de Prusia (1862-1871), y después como ministro del emperador de Alemania (1871-1890) y a quien podemos atribuir el ser el verdadero artífice de la construcción de Alemania como estado.

En 1870 se provoca la guerra franco prusiana en la que Prusia cuenta con el apoyo de ciertos estados meridionales de Alemania. Francia es derrotada en la batalla de Sedán y en 1871 apoyando el fervor nacionalista Guillermo I es proclamado emperador de Alemania en el salón de los espejos del palacio de Versalles (total humillación de Francia) 

Se inició un período de gran desarrollo de la nación alemana en todos los campos: económico (Alemania culmina su revolución industrial), geográfico, político y militar. 

A partir de ahí se trabaja en la creación del espíritu nacional y una unificación administrativa a través de una política de germanización de las personas no alemanas de la población del imperio, incluyendo los polacos y daneses, comenzó con el lenguaje, en particular, la lengua alemana, la escolaridad obligatoria, planes de estudio estandarizado para promover la idea de un pasado compartido, la historia del pasado heroico, etc. Alemania culmina sus mitos nacionales.

En 1914 estalla la primera Guerra Mundial  y en este contexto es dónde , cerca del fin de la guerra cae el Imperio Alemán en la Revolución de Noviembre de 1918 (Las causas están en las tensiones sociales entre las clases populares y la élite de aristócratas y burgueses que ostentaban el poder y acababan de perder la guerra) en que se produjo el cambio desde la monarquía constitucional a una república pluralista, parlamentaria y democrática la conocida como República de Weimar (tomando el nombre de la ciudad alemana de Weimar, donde se reunió la Asamblea Nacional constituyente y se proclamó la nueva constitución)

Alemania ha perdido la I Guerra Mundial y está en crisis económica fruto del desastre de la guerra y sumida en una  hiperinflación, humillada por las condiciones impuestas por el Tratado de Versalles en el que la política de las fuerzas aliadas fue la humillación del vencido.

Es una época de inestabilidad, revoluciones, golpes de estado y discordia.

La izquierda está dividida. Por un lado se mira con esperanza a la recién y triunfante revolución rusa, por otro la socialdemocracia (SPD) ha ganado las primeras elecciones de la recién creada República y muchos intelectuales se debaten entre el apoyo al recién creado gobierno, lo que implica un abrazar el movimiento reformista o bien renunciar a ello y andar en aras de la revolución.

En 1919, sucede la huelga general y un intento revolucionario que recibió su apoyo de la Liga Espartaquista liderada por Karl Liebknecht y  Rosa Luxemburgo y que fue duramente anulada por el gobierno de izquierdas. Se ahonda en la división entre el partido socialdemócrata (el SPD) y el  partido comunista alemán (el SKV). 

A la par los movimiento radicales de derechas como el movimiento revolucionario conservador de corte nacionalista, antiliberal y antidemócrata y el recién creado partido nacionalsocialista comienza su reacción con acontecimientos como el Golpe de Kapp (1919) o el fallido golpe de estado de Hitler conocido como el Putsch de Múnich (1923)

Del 23 al 32 se suceden las elecciones sumida Alemania en una gran depresión que culminó con la llegada al poder de Hitler en 1933 que da el golpe mortal a la república de Weimar.

Es dentro de este clima político donde se funda y se desarrolla inicialmente la Escuela de Frankfurt. Una época convulsa que incide en el pensamiento de sus principales autores aunque también una época en la que Alemania seguía brillando en su liderazgo filosófico desde finales del XVIII desde el idealismo alemán y en ya en el siglo XX con autores de la talla de Freud, Max Webber, Wittgenstein o Husserl.

Los miembros de la primera generación de la Escuela de Frankfurt ven un mundo hostil a su alrededor, preocupados por el ascenso del totalitarismo del nazismo,  de un comunismo de estado que se rige por un paralelo autoritarismo de signo contrario, la frustración de una revolución que no llega en los países en que se supone debería llegar, los países occidentales en los que se ha desarrollado la revolución industrial, el obligado exilio a la sociedad capitalista del consumo americana, sociedad que desprecian enormemente y a la sinrazón de las guerras mundiales en la que que el hombre destruye al hombre y  donde cada vez más, este se aleja, no logra, su libertad emancipadora. 

La fe en la razón como instrumento que destapa todas las alineaciones entra en crisis.

Pero debemos ir paso a paso y distinguir los diferentes momentos de esta escuela y las distintas preocupaciones de las que se ocupan en cada uno de estos momentos. 

Distinguiremos en el desarrollo de la escuela distintos momentos temáticos  no del todo cronológicos que hemos decidido analizar más adelante y que son a nuestro juicio los más importantes, aunque no lo unicos que esta escuela desarrolla

  • Un primer momento fundacional, no de la Escuela de Frankfurt, que nunca fue nombrada como tal por sus protagonistas sino por los autores posteriores que analizan sus obras, del Instituto de Investigación Social. En este primer momento analizaremos las influencias cercanas de algunos autores no considerados de la Escuela y donde el foco de estudio fue la historia del movimiento obrero y una serie de críticas del marxismo ortodoxo.
  • Un segundo momento en el que la preocupación se centra en el avance del nazismo y en la toma de la dirección del Instituto de Investigación Social por Horkheimer,  en el que se gira hacia una visión hegeliana y no tanto marxista de la sociedad y una dialéctica negativa. 

En este momento se estudió la capacidad de respuesta del proletariado ante el auge del nazismo y el estudio de la autoridad y analizaremos la conocida como Teoría Crítica.

  • Un tercer momento en el que se enfocan en la crítica a la sociedad de consumo y aún más a toda la ilustración y el pensamiento occidental. 
  • Y finalmente, un cuarto momento de regreso parcial de algunos de sus miembros a Alemania. 

Este es el recorrido que abordaremos de la conocida como primera generación de la escuela de Frankfurt que desarrolla su actividad de forma fecunda durante más de 40 años, desde sus comienzos en los años 20 hasta los años 60 y que fue precedido por una segunda generación y aún por una tercera que llega hasta nuestro días. 

Nos vamos a centrar no obstante sólo en la primera generación y no en todos su autores sino en los principales de los que podemos encontrar como elementos comunes que eran todos alemanes, judios, marxistas y de una enorme cultura.

Primer Momento fundacional: El Instituto y algunos autores de importancia

En 1923 se funda en Frankfurt el Instituto para la Investigación Social como centro de estudio de asuntos marxistas y sociales, que se funda al margen del ámbito académico formal. 

Sus fundadores fueron Felix Weil, joven millonario que además fue el principal financiador del instituto, Pollock (amigo de juventud de Horkheimer) y Kurt Albert Gerlach. 

El objetivo era el estudio desde una posición multidisciplinar de los mecanismos sociales debería conducir a una superación de sus antagonismos y una realización del ideal comunista. 

Su primer director por Gerlach, que no dejó ninguna impronta significativa al que le sucedió Carl Grünberg quien le dio un gran impulso con la creación de una cátedra de sociología, la fundación del Instituto psicoanalítico de Frankfurt, como una rama más dentro del IIS, creación de charlas y conferencias, estudios, etc. 

Sin embargo no son estos primeros años de actividad aún considerados como dentro de la actividad de la escuela de Frankfurt que, en el fondo nunca fue escuela como tal, dadas la diversidad de temáticas, autores y divergencias entre ellos. 

En 1931 Max Horkheimer fue nombrado director para quien el trabajo interdisciplinar debía estar guiado por la reflexión filosófica social y que dio un nuevo impulso al Instituto. A partir de esta época se incorporan pensadores como Adorno, Marcuse o Erich Fromm y se sientan las bases de la Teoría Crítica en la que se busca como en la crisis que todo lo rodea, la razón pueda, si es que puede, realizar el cambio social.

Hay autores que si bien se consideran fuera de la escuela de Frankfurt tuvieron una gran influencia.

En este periodo fundacional destacamos las aportaciones y discusiones alrededor de autores marxistas como Karl Korsch y en especial Lukács que empiezan a analizar el marxismo no sólo desde su perspectiva economicista y materialista sino además desde enfoques culturales, simbólicos y con una metodología dialéctica. Pueden considerarse voces divergentes respecto a la ortodoxia de la II Internacional e inauguradores de lo que algunos autores llaman marxismo occidental.

Revisión del Marxismo e Influencias

 Lukács

El método es importante ya que para transformar la realidad social primero hay que conocerla.

La obra de Lukács “Historia y Conciencia de Clase” de 1923, quizás la más conocida es la que traemos aquí porque tuvo una gran influencia en los autores de la Escuela.

Lukács estaba influenciado por autores como Max Weber y sobre todo por Hegel.

El autor reivindica la posición del obrero como “sujeto-objeto” de la revolución en la que al transformar la sociedad, se transforma a sí mismo (objeto) y cobra autoconciencia (sujeto). El obrero debe captarse a sí mismo como sujeto activo.

“La unidad de teoría y práctica no es, pues, sino la otra cara de la situación histórico-social del proletariado, el hecho de que desde su punto de vista coinciden el autoconocimiento y el conocimiento de la totalidad, el hecho de que el proletariado es a la vez sujeto y objeto de su propio conocimiento”.

Más tarde abordaremos a qué se refiere por totalidad pero aquí lo importante es la preeminencia de la toma de conciencia de clase a través de un determinado método, el dialéctico.

Huyendo del marxismo ortodoxo de la II Internacional y de su cerrazón materialista y viendo eso sí, al partido como el faro que alumbra el camino al despertar de la conciencia proletaria y al camino revolucionario. 

La obra fue muy criticada por los marxistas ortodoxos ya desde el subtítulo que no incluía la palabra “materialista” y por no seguir la ortodoxia del cientificismo marxista.

La cosificación del proletariado se extiende a todas las relaciones entre personas en la sociedad capitalista y abarca las partes subjetivas y a la propia cultura (derecho, política, estética, etc.). 

Pone el foco por tanto en la importancia de la superestructura y analiza que todas las relaciones están también cosificadas y que esta es la forma racional de la sociedad capitalista, no sólo por tanto las relaciones económicas

La clave está en que la racionalidad se centra en objetivos o metas instrumentales, basadas en la eficiencia de los individuos como piezas productivas, calculadoras de fines basados en los parámetros de éxito, estatus, poder, control  y de los medios para obtenerlos. 

Más tarde a este tipo de racionalidad se le daría el nombre, ya por la Escuela, de razón instrumental.

Se realiza por el autor una crítica al positivismo como forma de irracionalidad disfrazada de razón. Se afirma en el pensamiento instrumental y positivo que todo lo metafísico, que se enfoca en las razones últimas son irracionales y por ende falsas y descartables.

El positivismo descarta este método de conocimiento y destierra la orientación a valores y a la afectividad ya que estos son considerados como irracionales. 

La racionalidad implica el desencantamiento del mundo (Weber) y de todo sentido trascendente que son despreciadas por este nuevo pensamiento racional moderno. Esta forma de pensar es la propia de la burguesía, como proyección ideológica de esta. Los individuos pierden su sentido ético y trascendente y es una forma de pensar clasista y por tanto no universal. 

La burguesía y su racionalidad propia empuja al mundo hacia la irracionalidad y la barbarie porque niega el sentido y lo emocional, la vida, de las decisiones y fines a alcanzar por las personas. Es un pensamiento incapaz de captar la totalidad. 

¿Qué totalidad es está? Se establece una diferencia entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias de la vida, donde el componente histórico es fundamental en la conformación de los sujetos.

El investigador, aún de temas empíricos o naturales nunca puede ser neutral, ya que está mediado por la cultura en la que se ha desarrollado y por ello este conocimiento burgués es de clase, está inserto en su ser social. No pueden escapar a su propio sistema de valores y es por tanto una pretensión de objetividad falsa ya que no reconocen esta mediación que sin embargo está ahí. El conocimiento neutro de la realidad NO es posible ya que está mediado por los antecedentes históricos y presentes.

Todo hecho histórico singular carga en sí mismo la totalidad de la historia. Todo está mediado por lo previo. Esta mediación es real. Aquí la influencia de Hegel es clarísima, la dialéctica es la clave de su análisis donde los dos polos, lo real y los cultural (las ideas) son las tesis y la antítesis y de su encuentro surge el verdadero conocimiento.

El pensamiento burgués ve los hechos desligados de las mediaciones, pero esto no es posible. La totalidad de la historia opera en la realidad y no se agota en los hechos ya que ella misma es real. No hay hechos aislados sino relaciones. No se puede captar la realidad fáctica sin captar la totalidad, que son los antecedentes relacionales y sociales en que se da, necesariamente, cada singularidad. 

El positivismo es ciego a las relaciones de mediación. Hay que pasar de la inmediatez a la totalidad de las relaciones que las media, donde cada cosa (singularidad) es sólo un momento. La totalidad es por tanto condición del conocimiento y de la acción política. 

Los que conocemos también somos momentos de esa totalidad. No hay una separación radical entre objeto y sujeto en el sentido de que el objeto cognoscible es conocido por un sujeto que es también un momento de esa totalidad. El objeto incorpora en sí mismo la cognoscible que lo conoce. Están relacionados. El mundo no es sólo sustancia (realidad última) sino además sujeto.

El proletariado es visto como antítesis de la burguesía y será el llamado a conocer el mundo de esta nueva forma auténtica dialéctica ya que la burguesía está enajenada por su propia falsedad.

Es importante destacar que las tesis de Lukács son muy parecidas a las recogidas por el propio Marx en sus Manuscritos Filosóficos que fueron publicadas posteriormente a la obra de Lukács y que por tanto parece improbable que éste la hubiese leído.

Finalmente el autor reniega de esta obra, emigra a las Unión Soviética, donde se centra en estudios de crítica literaria y estética pasando a atacar posteriormente a los autores de la Escuela de Frankfurt. Su clase famosa es que la escuela de Frankfurt se ha instalado en el gran hotel abismo, refiriéndose a su comodidad en el exilio y a su alejamiento del partido, de la línea oficial y de la acción revolucionaria.

Korsch

Karl Korsch (1886-1961), jurista, y combatiente en la Primera Guerra Mundial, fue además de intelectual un militante del Partido Comunista de Alemania, del que fue expulsado en 1926. En 1923 se desempeñó como profesor de derecho en la Universidad de Jena y como diputado comunista en el parlamento alemán.

Korsch partió especialmente de considerar que la teoría marxista estaba perdiendo su precisión y vitalidad. En Marxismo y filosofía de 1923 (mismo año de publicación de la obra de Lukács citada en este texto) quiere destacar el carácter histórico del marxismo con lo que de nuevo vemos la influencia de Hegel y apelaba a la necesidad de reconciliar la praxis marxista con la dialéctica de este.

Si bien destaca el valor de la burguesía en ciertos momentos históricos, estima que esta perdió su valor progresista en la sociedad, dejando de ser el valor universal del progreso histórico para ser sustituida por el proletariado como un nuevo momento motriz del cambio

Pero la praxis por sí misma no basta y ve la necesidad de identificar el método dialéctico con la lucha de clases.

Critica que la postura anti-filosófica y excesivamente materialista del marxismo vigente, con su pretensión de cientificismo, implicaba una aceptación del positivismo que era precisamente el modo de pensamiento propiamente burgués. 

Su conclusión era clara, apostar por una conciliación del idealismo dialéctico con el materialismo, de la filosofía con la praxis. 

Así, escribe “La dialéctica materialista del proletariado no puede ser enseñada de una manera abstracta, ni siquiera con la ayuda de pretendidos ejemplos, como una ’ciencia’ particular (negación del positivismo) que tiene un ’objeto’ propio (negación de lo particular). Sólo puede ser aplicada concretamente en la práctica de la revolución proletaria y en una teoría que es parte integrante, inmanente, de esta práctica revolucionaria.” Es decir predica una síntesis dialéctica de la teoría y la práctica.

El argumento de Korsch implicaba que la dialéctica ya no era un método de pensamiento sino además la puesta en marcha de una forma de praxis, precisamente la forma de acción del movimiento revolucionario del proletariado.

Marcuse: 

Los dos autores anteriores no son considerados por los estudiosos pertenecientes a las Escuela de Frankfurt, marcuse sin embargo sí lo es y es traído en este momento para analizar su visión de crítica y contribución al pensamiento marxista. Volveremos a él, más adelante en el tercer momento de este estudio.

Se distancia del SPD y de su visión marxista ortodoxa, estudia filosofía y estuvo influenciado por Heidegger que fue su profesor. 

El ser en el mundo, nos arroja al mundo, un mundo del que debemos ocuparnos y en el que la praxis es lo fundamental.

En 1928 Marcuse escribe Contribuciones a una Fenomenología de Materialismo Histórico

Crisis del marxismo. Responde a la visión del marxismo cientificista. La socialdemocracia alemana en su visión reformista es contraria a la revolución es por ello que Marcuse se distancia de ellos.

El marxismo olvida su punto de vista de centrarse en la historicidad de su ser. El ser en el mundo de Heidegger, nos arroja al mundo, un mundo del que debemos ocuparnos y en el que la praxis es lo fundamental. Marcuse reivindica al joven Marx, en el que la actitud debe situarse en el momento histórico en el que se dé  la acción radical, de realización del ser humano consciente, que debe transformar la sociedad.

La ideología alemana de Marx, recién publicado en Alemania, influye en Marcuse y su idea de que es en la historia y desde la historia y a través de la acción radical debe modificarse la propia situación histórica, la acción del hombre concreto deja de estar condicionada por poderes que considera ajenos a él (enajenación), esto es algo intolerable y se debe actuar. 

La praxis revolucionaria es necesaria cuando se toma conciencia de su gravedad y de que se puede y debe actuar. Marcuse se mueve en una dimensión ontológica (noción del ser) y no tanto sociológica. El ser humano sólo puede realizar su esencia cuando aprehende su existencia, es decir se mueve en un nivel de análisis distinto al habitual en el marxismo y pone de manifiesto “la estructura esencial” de la existencia histórica Cada generación recibe un legado y su misión es transformar ese legado, para ser en el tiempo, y ocupar su momento en la historia.

Marcuse busca en Heidegger el instrumental para analizar filosóficamente la existencia humana en su situación concreta y en su apuro existencial y cree poder sustentar en la analítica existencial heideggeriana la concepción de la existencia humana como estando constitutivamente abierta a la posibilidad de una acción radical.

Ser y Tiempo es muy valorado por Marcuse pero es también criticado por Marcuse. 

Toda elección está condicionada por la historia que le toca vivir y que no ha elegido, por sus posibilidades concretas de cada época. La acción radical es modificar el orden completo en el que se vive, no para acomodarse al mundo. Hay que elegir por tanto la opción de modificar el mundo para realizar el ser. La otra opción es ser parte de la masa. Para Marcuse, Heidegger mantiene una visión individualista y no tiene en cuenta la importancia de ser social, de ser un ser con otro. Desconoce esta dimensión social del mundo compartido. Hay que cambiar esta visión con la acción revolucionaria radical hacia un nosotros, hacia la comunidad, lo colectivo. La autenticidad social depende en última instancia de las condiciones materiales de producción y aquí reivindica la importancia de la dimensión materialista y de la división del mundo en sus clases en función de la posición que ocupan en relación a los medios de producción. Heidegger no tiene en cuenta esta división social al abrazar una filosofía individualista.

En 1931 entró en contacto con El Instituto de Investigación Social y en 1933 se trasladó a Suiza para posteriormente emigrar a Estados Unidos. Retomaremos su figura y contribuciones más adelante

El discurso de Horkheimer y el giro hegeliano

1931 Asume dirección del Instituto y pronuncia un discurso inaugural dando un giro al foco de estudio siendo el foco la filosofía social girando además hacia Hegel.

Esta es una muestra de que la filosofía alemana está enraizada en el idealismo alemán. Lo que podemos conocer de la realidad social depende de la acción humana, de su hacer y de su pensar. La filosofía es y debe ser una cuestión crítica en la que la verdad de las cosas, de la realidad se examina y NO se independiza de la actividad humana (influencia de Kant) donde se da un protagonismo al sujeto.

El mundo se presenta en la modernidad como algo ajeno a él, como objeto. El hombre ya no se reconoce como parte de una totalidad de sentido sino como habitante de fragmentos estancos. Esto ya está en Hegel. 

El sujeto no es un ente separado del mundo ni de la realidad social histórica. Lo que Horkheimer intenta subrayar es, pues, la “mediación de lo real a través de la praxis social” 

La filosofía social debe ocuparse de la cultura material y cultural de los seres humanos para  interpretar filosóficamente el destino colectivo del hombre

“ocuparse de fenómenos que pueden ser comprendidos solamente en el marco de la vida social del hombre: el Estado, el derecho, la economía, la religión; dicho brevemente, de la totalidad de la cultura material y espiritual de la humanidad en general”

 La sociedad debe buscar la cohesión del hombre con la naturaleza, con la sociedad de la que forma parte, con el mundo en definitiva de la que es sujeto. Se debe trascender el sentido común, se debe ir más allá de lo que se presenta, hay que superar la facticidad, lo dado y examinarlo crítica y dialécticamente ya que las relaciones se superen, para que se realicen las nuevas potencialidades ocultas. 

Es por ello que se debe buscar lo negativo en lo real para que se trascienda lo que se es para hallar lo que en potencia será. Hay de haber tránsito de los existente a lo nuevo. La contradicción es el motor de la historia, algo se vuelve verdadero sólo en la negación de lo que es. 

Las relaciones sociales existentes han de morir para dar paso a lo nuevo. Lo posible se hará real sólo si en lo real existe la potencia (semilla) de lo nuevo, la potencia y de ahí que todo está atravesado de una negatividad. 

Hay que negar lo que es, una lucha permanente con el mundo para desplegar aquello que la realidad puede llegar a ser, lo cual implica desplegar todas sus potencialidades.

La orientación como hemos ya dicho del Instituto, se pasará a la filosofía social más inspirada en Hegel que en Marx y que va a posicionarse como frente abierto a la filosofía dominante, el positivismo que exalta la positividad de los hechos y la preeminencia del conocimiento sensible y del método científico en la que la causalidad invade el conocimiento de la esfera social (aparece la sociología como ciencia exacta en la que se puede explicar a través del progreso las leyes que rigen la sociedad y por tanto, incluso, predecirla)

Segundo Momento: La preocupación por el nazismo y la Teoría Crítica

La preocupación por el nazismo y la autoridad

El avance del nazismo fue imparable hasta la llegada al poder en 1933.

La preocupación sobre la subida del nacionalsocialismo era clara, como lo era la división entre los dos partidos que podían hacerle frente, el SPD y el SPK. 

Las tesis de Marx de la unión del proletariado hacía aguas y esto era una gran baza para el avance de otras fuerzas políticas, en especial el partido nazi ante la debilidad de la unión de las izquierdas.

Uno de los primeros estudios de corte empírico llevado a cabo por el Instituto de Investigación Social tenía como objetivo responder a esta pregunta 

"saber cuántos entre los trabajadores y empleados alemanes eran combatientes confiables contra el nazismo".

El estudio fue encargado a Erich Fromm que escribió el inconcluso estudio entre 1929 y 1933 con el título Obreros y empleados en vísperas del Tercer Reich. 

El estudio cayó en el olvido, pero en 1980, poco antes de la muerte de Fromm, la obra fue rescatada y publicada.

El hecho de ser un estudio cuantitativo y estadístico y no sólo cualitativo muestra que la mirada al obrero no es abstracta, idealista, teórica sino que mira al obrero como ser concreto. 

La encuesta se realizó a miles de asalariados (se repartieron unas 1300 aunque finalmente sólo se obtuvieron respuestas de la mitad), consistía en cientos de preguntas siendo el enfoque de las mismas no tanto de corte objetivo sino subjetivo, esto es orientadas a captar la ideología que subyace en la conciencia proletaria del momento. y las cuestiones psicológicas y sociológicas que tratan de analizar la conciencia, la posición vital y la estructura psíquica de los obreros y empleados.

Como indica Laura Sotelo, investigadora de la Escuela de Frankfurt, la encuesta debía ser leída en clave psicoanalítica, esto es relacionado las respuestas entre sí, en función de preguntas que indican posiciones contradictorias. 

Por ejemplo, ante la pregunta de, ¿Quiénes eran los hombres más importantes de la historia?, se le podía contraponer la pregunta de si se debía educar o no a los niños con violencia. Si las respuestas a la primera apuntaban a hombres ilustres de izquierdas (Marx, Lenin, etc.), pero las respuestas de la segunda eran mayoritariamente proclives a la autoridad férrea en la educación se podría inferir un cierto tránsito de una ideología de izquierdas a una de derechas.

Hay que darse cuenta de que Obreros y empleados en vísperas del Tercer Reich lleva dentro, no sólo la palabra “obreros” sino también la palabra “empleados”. En Alemania desde finales del siglo XIX ha crecido enormemente esta figura de “obreros de cuello blanco” ocupados en profesiones como la banca, administrativos, etc. 

Más allá del problema del nazismo y de manera previa, había una preocupación adicional en la posiciones de los pensadores de izquierdas y es saber a qué clase pertenecen. Estos empleados no se consideraban a sí mismos como obreros sino con un estatus superior, pese a que sus condiciones materiales eran iguales a las de los obreros si bien sus herramientas de trabajo no eran el pico y la pala sino el papel y el lápiz. Esta ya muy numerosa clase media en alza no se auto percibía del lado del proletariado, en contra de la visión que Marx había predicho, en caso de crisis, sino como una clase aparte, de mayor grandeza social. 

Las conclusiones del estudio eran claras y desoladoras porque mostraba la clara tendencia de aceptación del nacionalsocialismo por estos trabajadores y obreros pero desde una perspectiva en la que los obreros deseaban psicológicamente su propia dominación.

Después de la llegada al poder, el foco de los estudios de la escuela se centran más en la psicología de masas de Freud porque con Hitler se homogeniza la sociedad y se diluye la separación en clases.

Erich Fromm volvió sobre estos temas de la autoridad (y el nazismo en particular) en posteriores obras, en especial en El Miedo a la Libertad de 1941 donde analizaba, de nuevo desde una perspectiva psicológica y desde actitudes como el sadomasoquismo cómo fue posible esta adhesión al nazismo en la Alemania de su juventud. 

La libertad emancipa al hombre, le abre el campo de sus decisiones pero también trae consigo la pérdida de seguridad y de sustento como contrapartida. Esto genera ansiedad, angustia y en la llegada del nazismo, las masas asumen la personalidad autoritaria destacándose en su aceptación el tipo de personalidad masoquista. Esto se mezcla con la agravante situación económica y con la identificación en el discurso con la nación y el orgullo del pueblo alemán,  acabando por fraguar la aceptación a este tipo de régimen. 

En su análisis del fascismo Fromm no sólo se centra en las condiciones materiales económicas y sociales sino al conjunto de factores presentes psicológicos en el carácter del hombre. 

No entramos en más detalles sobre esta obra ya que es un best seller y es por tanto bien conocidas sus tesis.

Franz Neumann y el análisis económico del nazismo

En su preocupación y lucha contra el fascismo, el gobierno estadounidense hizo extrañas alianzas. Autores como Leo Löwenthal, Franz Neumann, Herbert Marcuse, Otto Kirchheimer y Friedrich Pollock colaboraron con el gobierno americano porque, como judíos recién exiliados de Alemania, tenían un conocimiento directo de la situación. En este contexto traemos a Franz Neumann que además a título de curiosidad, fue espía para los rusos durante la guerra fría.

Este autor también se exilió a Estados Unidos y fue muy reconocido por sus análisis teóricos y críticos sobre el nazismo en especial por su su obra escrita en 1933 aunque publicada en 1942 "Behemoth: La estructura y la práctica del Nacional Socialismo

Es un estudio muy sistemático del régimen nazi en la que analiza en primer lugar, la identificación clara de los grupos dirigentes del régimen nazi y de cómo se relacionan entre ellos, cuáles fueron los  métodos de dominación empleados y explicar, por último el proyecto político y social del movimiento  nazi.

Neuman es considerado un miembro secundario de la Escuela de Frank"furt  por contradecir las premisas en las que Max Horkhemer sostiene su lectura del nacional-socialismo como culmen de un proceso iniciado con el nacimiento de la razón moderna instrumental, como veremos más adelante cuando analicemos la obra que este escribió junto a Adorno, Dialéctica de la Ilustración.

La visión de Neuman es más concreta y denuncia la destrucción de la racionalidad encontrando la causa principal en el miedo al desarrollo de la etapa del capitalismo monopolista a consecuencia de las fuerzas progresistas del movimiento obrero y de los avances sociales que se dieron en la república de Weimar. Esto determinó el apoyo de sectores capitalistas al movimiento nacionalsocialista que es analizado en la primera parte de la obra.

Es importante destacar que la idea de “capitalismo de Estado” estaba también muy presente, sobre todo gracias a las aportaciones de Pollock que veía que el capitalismo privado había cedido posiciones frente el Estado, que tenía el control de la economía a gran escala gracias a la planificación desde el cuerpo legislativo y que además primaba la política a la economía. Durante el régimen nacionalsocialista el control por el Estado de la economía es total. Aunque Adorno no abrazo esta tesis de Pollock, en El estado autoritario, Horkheimer considera el capitalismo de estado existente en los países fascistas, incluyendo a Alemania, como una “forma mixta” en la que el capital privado coexiste con un poder estatal autoritario

Franz Neumann, que tras un año entero estudiando sin descanso los procesos económicos en Alemania, advertía a Horkheimer en una carta, que no había logrado encontrar “ni una sola prueba que demuestre que Alemania esté en una situación ni remotamente parecida al capitalismo de estado”. Sin embargo, Horkheimer nunca aceptó las críticas de Neumann.

En opinión de Neumann, la Alemania nazi carece de estado, propiamente dicho, en cuanto monopolio del poder coercitivo. El régimen nacional-socialista podía por tanto ser caracterizado justamente como un no-Estado, puesto que en él no existía ningún centro de poder político que lograra subordinar los intereses particulares, ni existía el dominio de ningún tipo de Derecho universal. De ahí su nombre de Behemoth, como antítesis del Leviatán hobbesiano. 

Lo que existen son cuatro elites: ejército, burocracia, industria y partido. Cada una de ellas está regida por sus propios poderes, constituyendo núcleos de poder independientes, y no hay ninguna instancia que se encuentre por encima de todas ellas

Por tanto no puede concluirse la existencia de un estado que unifique en sí el poder político por entero

El capitalismo sigue funcionando, y el nacional-socialismo contribuye de manera activa a ello al destruir todo resquicio de libertad política y económica, así como todas las instituciones que pudieran hacerle frente al peligro. La economía alemana es ante todo “economía capitalista privada, que regimenta un estado totalitario”

En opinión de Neumann, y a ello dedica gran parte de su exposición, el nacional-socialismo no supuso un cambio sustancial en lo que a la organización económica alemana se refiere; no añadió ningún elemento decisivo que permita afirmar que en Alemania no había una sociedad capitalista

Pero junto a la economía de monopolios y la nueva forma de competencia coexiste también una economía de mando, es decir, una economía interferida por el estado y sometida a su regimentación. 


 

Adorno y el estudio del autoritarismo

“La personalidad autoritaria” publicada en 1950 en la cual Adorno participó fue un encargo hecho por el Comité Judío Norteamericano con el objetivo de rastrear cualquier posible atisbo o germen de fascismo y antisemitismo en la sociedad estadounidense. El segundo objetivo era alertar y tomar prevenciones en caso de que tal ocurrencia fuese detectada en el estudio,

No es de extrañar esta preocupación habida cuenta de lo que había ocurrido en Alemania, un país civilizado, culto y avanzado.

Con una orientación dominada por el psicoanálisis y un plantel de técnicas diversas como los test proyectivos, el equipo se lanzó a una vastísima tarea (la obra ocupa un total de 990 páginas) que hoy es todo un clásico de la psicosociología política.

Los autores realizaron un total de 2099 entrevistas entre una muestra heterogénea que incluía a estudiantes, profesores, trabajadores de distintas profesiones, militares, etc.

La hipótesis principal era que las convicciones económicas, políticas y sociales (ideología) de un individuo a menudo constituyen una pauta amplia y coherente, como si estuvieran vinculadas por una «mentalidad» o «espíritu», y que esta pauta es una expresión de tendencias profundas de la personalidad. 

La principal preocupación era el individuo potencialmente fascista, cuya estructura es tal que lo hace particularmente susceptible a la propaganda antidemocrática. En el libro se aclara “Decimos «potencialmente» porque no hemos estudiado individuos declaradamente fascistas o que pertenecieran a organizaciones fascistas reconocidas. En el momento en se recogieron nuestros datos, el fascismo acababa de ser derrotado en la guerra y, por tanto, no podíamos esperar encontrar sujetos que se identificaran abiertamente con él. No obstante, no fue difícil encontrar sujetos cuya opinión indicara que aceptarían gustosamente el fascismo si llegara a ser un movimiento social fuerte y respetable. “

La herramienta de referencia para evaluar la personalidad autoritaria fue la denominada escala F (F de fascista). Adorno pensaba que la configuración de estos rasgos estaba muy influenciada por las experiencias de la infancia. 

La conclusión fue que la sociedad estadounidense de la segunda posguerra no mostraba un perfil caracterológico mayoritariamente autoritario sino, más bien, conservador. Además hace una loa final a los poderes políticos al recordarles que esto será así siempre y cuando estén a la altura de la circunstancias

En este sentido, la frase final de la investigación afirma literalmente: «si el miedo y la destrucción son las mayores fuerzas emocionales del fascismo, Eros (dios del amor) pertenece principalmente a la democracia». 

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El Hombre Pájaro

Curioso insatisfecho. Puedes encontrarme en la rama de algún árbol de los que habito. Para encontrar esos árboles tienes que buscar desechos en la base como hojas arrancadas de libros, poemas quemados, pinceles desgastados y manchas de tinta. Escríbeme a nido@elnidocaotico.com

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