abril 17

¿Mujer fatal?

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Cuando la vio allí, apoyando eso que los demás llaman caderas en la barra del bar, decidió que había que nominar esa parte de su anatomía con un sustantivo mas acertado. Se acercó y le susurró que su cuerpo arqueado era una curva de muerte dulce.


Quedó sorprendida momentáneamente  y  él aprovechó para  pasar su mano por ese recodo cóncavo y lateral de temblores, que va de las costillas a la pierna y como bien definió, hallo la muerte de ese tacto en sus mejillas al ser abofeteado sin dulzura pero casi.


Esa noche, por razones que sólo la ciencia del alquimista ha llegado a bosquejar, ella se rindió a él y más tarde ya casi de amanecida, en una habitación de hostal, desarmó y volvió a armar un puzle de perfume, suspiros, excesos, lencería arrancada, piel sobre piel, sabores de salitre, abismos y mareos.


Al despertar y como en las películas de misterio ella ya no estaba. Pegó un salto fuera de la cama para asomarse al balcón y la vio aún. 


Su cuerpo de sirena tentadora se movía siguiendo el ritmo de las burbujas de su resaca. Arritmias y surcos en las aceras, dejando destrozos de nostalgia y retales de sexo imperecedero tras su paso. No la llamó al no saber su nombre pero ella, intuitiva, se volvió, le miró unos leves segundos y acercando la mano a sus labios de pecado le lanzó un beso acompañado de un cruce de pestañas. Luego, se perdió al doblar la esquina.


Adiós pensó él, ojala hubiese tenido más tiempo para comprobar si realmente eres, como creo, una mujer fatal.


Katherine Turner en Fuego en el cuerpo

El Hombre Pájaro


Curioso insatisfecho. Puedes encontrarme en la rama de algún árbol de los que habito. Para encontrar esos árboles tienes que buscar desechos en la base como hojas arrancadas de libros, poemas quemados, pinceles desgastados y manchas de tinta. Escríbeme a nido@elnidocaotico.com

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